De Madrid a Logroño
El invierno estaba llegando a sus últimos días, lo cual hacía del paisaje uno de los mas hermosos que jamás había recorrido.
Arribamos a la estación de Logroño después de 4 horas de camino, a donde me esperaba Meli. Temía que después de tantos años no me fuese a reconocer.
La vi a lo lejos, justo después de bajarme del autobús, pero 17 años sin verla me hicieron dudar si era realmente ella. La gente cambia mucho fisicamente en 17 años.
— ¿Meli?
— ¡Hasta que por fin te encuentro!
Al saber que era ella, la duda se transformó en mucha alegría.
— Te vi buscándome, pero no estaba seguro si eras tú.
— ¡Venga! Dame un abrazo.
Nos subimos al carro en dirección a su casa. Tuvimos una conversación en la que pude resumir 17 años a 20 minutos.
Al llegar, entramos por la parte de atrás de la casa. Y de inmediato un olor muy familiar me trajo bonitos recuerdos de cuando estuve en España por primera vez, a los 6 años.
Intentamos subir las escaleras sin hacer ni el más mínimo ruido. Cada escalón me hacía sentir más y más ansioso. Empecé a imaginar nuestro encuentro. Lo que estaría haciendo en ese momento. Su reacción al verme.
Llegando a la habitación, la puerta entre abierta me permitió escuchar la máquina de coser desde afuera. El sonido que hace la máquina de coser me es tan placentero como el de las chispas que hace una fogata, me crié escuchando ese sonido.
Abrí la puerta para entrar a la habitación.
Meli, que venía detrás de mi exclamó:
— ¡Mira quien está aquí!…
…Lo que ocurrió después fue el re-encuentro mas lindo de mi vida… Quise compartirlo.