Volver a empezar
Aplaudimos la tenacidad
del que pudo continuar,
ciegos ante el ímpetu
del que tuvo que volver a empezar.
Aplaudimos la tenacidad
del que pudo continuar,
ciegos ante el ímpetu
del que tuvo que volver a empezar.
La vida obsequiando
oportuna e incondicional
y mi ignorancia juzgando
lo que está bien
y lo que está mal.
Desde esta lejanía
te extraño con locura,
te pienso noche y día
y el tiempo no se apura.
Por si no te lo había dicho,
que no exista la duda
de que esto no es capricho,
es amor, amor que dura.
Poco a poco
nuestra lógica y discernimiento
se dará cuenta de lo que es verdad
y lo que es puro pensamiento.
Los besos de mi madre
me mantuvieron bien despierto,
ahuyentando lo cobarde
en un mundo tan incierto.
Gracias madre,
por tu amor
e incondicional sustento.
Duermo en una cama
muy grande y ancha
para que por la noche
quepa toda la nostalgia
que me dejaron los que hoy
me hacen tanta falta.
Testaruda mi ignorancia,
por haberme vendado la mirada
ante un mundo y su abundancia,
al que por haber llegado sin nada,
hasta las pérdidas son ganancia.
Cuando ni Dios
concede todas nuestras plegarias,
aquí estoy yo,
con intensiones involuntarias
de complacer a todos
para que no me cojan con rabia.
Haré una fiesta
e invitaré a mis miedos,
sobre todo a aquellos
que gritan «¡no puedo!».
Para descubrir
de qué están hechos
y darle fin
a sus engañosos juegos.
Notarán
que no les temo,
pues ya comprendo
que no son serios.
Al final
me reiré de ellos,
pues llegaron grandes,
pero se irán pequeños.
Un lamento hecho suspiro
suelta un sueño arrepentido,
sentado, aún vestido
y ante su anhelo rendido.
Preguntándose a sí mismo:
«¿Qué habría sido,
si un poco más
hubiera insistido?».
Pero antes
de echar todo al olvido,
escuchó una voz
susurrándole al oído:
—No todo está perdido,
pues los lamentos
son parte del camino
y no dictan tu destino.